Pendientes que se oxidan.
o El tiempo pasa
y pasa y nada se hace en relación a ellos.
o No obstante que
aparezca alguien que le recuerde de vez en cuando que tal cosa debe ser
arreglada, cambiada o eliminada.
o –Un lava manos del baño averiado.
o –Una estufa con
varias hornillas inservibles.
o –Un televisor
sin control.
o –Una bombilla
quemada.
o –Varias mecedoras
desconchabadas.
o –Un zinc que se
moja cuando llueve.
o –Un colchón con
espirales que puyan.
o –Varias sabanas
rotas.
o –Un cilindro de
gas de estufa que huele mal frecuentemente, aunque tenga la llave cerrada.
o La lista puede
ser más larga o más corta, dependiendo de la crisis financiera o descuido patológico
del (la) jefe del hogar.
o Una extrema limitación
económica muy ajena a la voluntad humana podría justificar aunque sea en parte
el que se viva en semejante situación.
o Pero podría
darse el caso que la limitación no sea tan grande como para pasar tanto tiempo
con uno o varios asuntos pendientes que incomodan a los miembros del hogar.
o Que más bien
esté detrás de todo esto una especie de apatía patológica de parte de quien o
quienes están llamados a resolver, y que para justificarse agrandan mas los
problemas de lo que realmente son.
o Incluso podrían
ser adictos a vivir permanentemente postergando el cumplimiento de ciertas
responsabilidades, es decir, dejándolas constantemente para después, cuando con la
ayuda de Dios y con gran esfuerzo personal pueden lograr la solución en tiempos
apropiados de todos sus asuntos en agenda.
o Ojalá que todos
nos sacudamos, y procuremos que nuestros asuntos pendientes no envejezcan tanto
en el tiempo como para llegar a oxidarse, y que por el contrario, corremos con
diligencia en resolver todo aquello que se nos presente, a la mayor brevedad
posible.
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