Las palabras tienen poder: unas
para construir, y otras para destruir, según el momento y las circunstancias en
que las usemos.
o Esta
inédita nace a partir del arrepentimiento experimentado por el autor de la
misma al pronunciar la palabra muchacha cuando debió decir niña en relación a
una hija de unos 4 años de un vecino con el cual hablaba.
o Niña y muchacha son palabras sinónimas, sin
embargo, en su empleo específicamente son diferentes.
o Un ejemplo del poder constructivo de la
palabra es presentado por el apóstol Pedro,
o Cuando
dice: “Pero ellos intencionalmente ignoran que en el tiempo antiguo, los cielos
fueron hechos por la Palabra de Dios, y la tierra surgió del agua y por el agua
subsiste” (2da Pedro 3:5).
o En uno de los diez libritos de la colección
“Vida Abundante”, de Henrique Chair, en el se titula “Así da gusto Vivir”,
se relata una dramática escena en la que se describe una trabajadora de
quehaceres domésticos la cual estaba muy estresada, sobre todo, por el desasosiego
de los niños.
o El dueño de la casa le dijo que ella realizaba
una labor muy importante en su hogar. Esa expresión de reconocimiento produjo
en esa dama un efecto muy positivo en su sistema emocional, lo cual le bastó para que fuera cargada de energía y así pasó todo el día llena de ánimo y
entusiasmo.
o El autor de esta revista también disfrutó de
una experiencia similar en su adolescencia al ser elogiado por su padre, como
un hijo trabajador mientras le ayudaba a secar un arroz en un secadero de
cemento.
o Después que su padre lo alabó, se llenó de
inspiración, y trabajó gozosamente aun con un fuerte sol radiante y quemante.
o En cuanto al poder destructivo de la palabra,
la Doctora Nancy Van Pel, en su libro “Hijos Triunfadores” (muy bueno, por
cierto) presenta un conjunto de expresiones que tienden a destruir la
autoestima del niño durante su proceso de formación.
o Pronunciamientos como: “Tu no sirves para
nada”, "Debí haberme muerto cuando te parí”, “Tú no puedes negar que eres hijo
de…”, empleados constantemente contra el hijo, no solo pueden destruir su auto
estima sino también exponerlo al suicidio, y a quitarse la vida.
o En relación a la lengua, el apóstol Santiago
nos dice: “Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, creados a semejanza de Dios.
o De una misma boca proceden bendición y
maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”.
o Amigos lectores (as): cuidémonos al hablar;
tratemos siempre de pronunciar palabras que sirvan para el bien nuestro y de
los demás, sobre todo que sean para la honra y gloria de Dios, y nuestra vida
sera de más momentos de felicidad.
Autor:
Ing. Silvio Peña Jorge.
Celular: 829-214-3413
No hay comentarios:
Publicar un comentario