martes, 26 de noviembre de 2013

INEDITA

cocos 




o  Al observar en su faena al obrero del área verde de la oficina, aprovechamos para pedirle que no tumbara dos cocos de una de las matas.
o  El nos dijo que estaban nuevos. A lo que le replicamos que si no los  tumbábamos en ese momento, nos íbamos a quedar si cocos porque otros pronto los tumbarían, tal como ha ocurrido varias veces.
o  De repente dicho señor comenzó a alar una penca como si con ella tratara de que la frutas cayeran al suelo, pero nada ocurría.
o  Por lo que le dijo a uno de sus hijos que buscara una vara garabato.
o  El niño la trajo.
o  Precisamente en esos instantes, el autor de esta revista se concentró en la lectura de un periódico, y después de varios minutos dejó de ver los cosos.
o  El pensó: “bueno, los estará pelando”.
o  Pero los minutos siguieron pasando y nada de venir los cocos.
o  Al cabo de cierto tiempo, él razonó: “por lo que veo, este hombre se repartió los cocos con sus hijos, y a mí no me trajo nada.
o  No obstante, no le diré nada”, aunque sentía que su corazón ardía de disgusto.
o  Lo que más le dolía era el creer que ese obrero aprovecharía que no lo estuviera viendo en el preciso momento en que supuestamente se tumbaban los cocos.
o  El volvía a mirar la mata y notaba que los cocos que pidió que le tumbaran brillaban por su ausencia.
o  Y el tiempo seguía pasando, y su corazón continuaba ardiendo de descontento.
o  Hasta que se paró y caminó un poco hacia la izquierda.
o  ¡Y qué sorpresa! Los cocos no habían sido tumbados.
o  Siguieron pegados en la mata: una penca lo ocultaba, por eso desde donde él estaba no los podía ver.
o  Entonces reconoció su grave error; su gran pecado.
o  Basado en la apariencia juzgó injustamente a su compañero de trabajo, atribuyéndole una acción desconsiderada que ese señor no había cometido.
o  Entonces no le quedó otra alternativa que pedirle perdón a nuestro Padre Celestial y así lograr liberarse de un terrible sentimiento de culpa que repentinamente abrumó su alma.
o  ¿Qué hubiera ocurrido si el autor de esta revista no hubiera descubierto que era falsa la razón de disgustarse con dicho obrero?
o  Sencillamente hubiera estado cargando con ese pecaminoso juicio, quien sabe si hasta el último instante de su vida, corriendo el riesgo de que su alma se perdiera eternamente.

o  La lección esta clara: es peligroso llegar a conclusiones sin antes haber tenido toda la información necesaria.

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