martes, 25 de noviembre de 2014

INEDITA



El hogar: un pedacito de cielo en la tierra.

  • Al menos eso debiera ser.
  • Pero; ¿de qué hogar hablamos?
  • Nos estamos refiriendo al hogar nuestro.
  • Porque no es lo mismo vivir en un hogar propio, que vivir agregado en el de otro.
  • La diferencia es abismal.
  • El hogar propio es el lugar donde podemos alcanzar el mayor nivel de relajación y aceptación, es donde más en confianza nos sentimos, sin temer al más mínimo reproche.
  • Si las circunstancia lo ameritan, y no hay terceros que podemos dañar, podemos estar hasta en ropa interior, y todo es natural.
  • Es en el hogar propio donde podemos dar y recibir el mayor volumen de amor.
  • El hogar propio es aquel lugar donde al vivir en él nos sentimos con legitimo derecho de propiedad en relación al mismo, ya sea que seamos hijos de los duenos del hogar, ya sé que seamos padres.
  • Los agregados difícilmente sienten ese sentimiento de pertenencia, lo que los lleva a cahibirse de muchas cosas.
  • Todos debemos procurar por tener ese refugio propio, ya sea una casa propia, o un espacio rentado.
  • La idea es que vivamos en casa propia, pero si esto no ha sido posible, viva en una casa rentada por usted mismo, si es padre de familia, o si vive en solitario.
  • Debiéramos inculcar en nuestros hijos sobre la necesidad de vivir en un hogar propio, del que realmente se sientan dueños, ya sea porque hayan adquirido o comprado la casa, o porque pagan su alquiler.
  • Si un hogar es dirigido por el Espíritu Santo porque los que viven en el, viven acorde con los principios bíblicos, entonces ese hogar se constituye en un pedacito del cielo aquí en la tierra.

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