miércoles, 4 de febrero de 2015

INEDITA




Pendientes que se oxidan.

o  El tiempo pasa y pasa y nada se hace en relación a ellos.
o  No obstante que aparezca alguien que le recuerde de vez en cuando que tal cosa debe ser arreglada, cambiada o eliminada.
o  –Un lava manos del baño averiado.
o  –Una estufa con varias hornillas inservibles.
o  –Un televisor sin control.
o  –Una bombilla quemada.
o  –Varias mecedoras desconchabadas.
o  –Un zinc que se moja cuando llueve.
o  –Un colchón con espirales que puyan.
o  –Varias sabanas rotas.
o  –Un cilindro de gas de estufa que huele mal frecuentemente, aunque tenga la llave cerrada.
o  La lista puede ser más larga o más corta, dependiendo de la crisis financiera o descuido patológico del (la) jefe del hogar.
o  Una extrema limitación económica muy ajena a la voluntad humana podría justificar aunque sea en parte el que se viva en semejante situación.
o  Pero podría darse el caso que la limitación no sea tan grande como para pasar tanto tiempo con uno o varios asuntos pendientes que incomodan a los miembros del hogar.
o  Que más bien esté detrás de todo esto una especie de apatía patológica de parte de quien o quienes están llamados a resolver, y que para justificarse agrandan mas los problemas de lo que realmente son.
o  Incluso podrían ser adictos a vivir permanentemente postergando el cumplimiento de ciertas responsabilidades, es decir, dejándolas constantemente para después, cuando con la ayuda de Dios y con gran esfuerzo personal pueden lograr la solución en tiempos apropiados de todos sus asuntos en agenda.
o  Ojalá que todos nos sacudamos, y procuremos que nuestros asuntos pendientes no envejezcan tanto en el tiempo como para llegar a oxidarse, y que por el contrario, corremos con diligencia en resolver todo aquello que se nos presente, a la mayor brevedad posible.

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