martes, 6 de noviembre de 2012

INEDITA



No presumamos que la otra persona es ignorante: puede ser muy dañino.

o  Cuantas veces no hemos realizado acciones conscientes de que perjudican a alguien bajo la presunción de que la persona afectada no se da cuenta de ello.
o  ¡Tremendo error!
o  No es extraño observar como suele actuar ciertas personas cuando se le entregan ciertas cosas para que se las distribuyan con otro individuo; ¡como suelen escoger las mejores para sí mismas y a veces más de lo debido!
o  Alguien vivió una triste experiencia mientras se alojaba unos días en la casa de unos familiares.
o  Apenas dormía y cenaba en esa casa. Y trataba de cubrir todos sus gastos en ese hogar.
o  En una ocasión compró una yuca para que le dieran de ella en la cena.
o  Cuando se dirigió a la mesa, vio como varios de los miembros de esa familia disfrutaban del delicioso vívere.
o  Pero que sorpresa experimentó cuando destapó su plato: en vez de yuca le guardaron una comida de las 12, cuyo arroz se veía fermentado, con un sabor totalmente desagradable. ¡Qué trago más amargo!
o  Dicho trato fue sentido como un contundente golpe de irrespeto; pero esa persona prefirió quedar callada sin emitir el más mínimo resentimiento.
o  En una ocasión mientras éramos transportados en un vehículo de alguien cercano, al conductor  que era el dueño del vehículo al pasar por una acostumbrada parada le preguntó muy discretamente a su esposa que si iba a comer algo, a lo que ella respondió también muy discretamente que no.
o  Y siguió su viaje. Esa actitud de solo tomar en cuenta a su pareja en cuanto a la necesidad de posada no nos cayó bien; pero no lo manifestamos.
o  La cantidad de anécdotas de este tipo en la que el herido cree que a quien hiere no se da cuenta puede ser más grande de lo que uno se imagina.
o  Si este defecto está en nosotros, de pretender que los demás son tontos, ignorantes, faltos de entendimientos en las relaciones humanas, pensemos en la posibilidad de que son todo lo contrario.
o  Y pidamos al Señor, en el nombre de Jesucristo que nuestra vida esté basada en la regla de oro recetada por su Hijo:
o  “Así, todo lo que queráis que los hombres os hagan, hacedlo también vosotros a ellos. Esta es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).


Autor:
Ing. Silvio Peña Jorge.
Celular: 829-214-3413

Digitación:
Lic. Pedro Guzmán,
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