No presumamos que la otra persona es ignorante: puede
ser muy dañino.
o Cuantas veces no hemos
realizado acciones conscientes de que perjudican a alguien bajo la presunción
de que la persona afectada no se da cuenta de ello.
o ¡Tremendo error!
o No es extraño observar como
suele actuar ciertas personas cuando se le entregan ciertas cosas para que se
las distribuyan con otro individuo; ¡como suelen escoger las mejores para sí
mismas y a veces más de lo debido!
o Alguien vivió una triste
experiencia mientras se alojaba unos días en la casa de unos familiares.
o Apenas dormía y cenaba en esa
casa. Y trataba de cubrir todos sus gastos en ese hogar.
o En una ocasión compró una
yuca para que le dieran de ella en la cena.
o Cuando se dirigió a la mesa,
vio como varios de los miembros de esa familia disfrutaban del delicioso vívere.
o Pero que sorpresa experimentó
cuando destapó su plato: en vez de yuca le guardaron una comida de las 12, cuyo
arroz se veía fermentado, con un sabor totalmente desagradable. ¡Qué trago más
amargo!
o Dicho trato fue sentido como
un contundente golpe de irrespeto; pero esa persona prefirió quedar callada sin
emitir el más mínimo resentimiento.
o En una ocasión mientras éramos
transportados en un vehículo de alguien cercano, al conductor que era el dueño del vehículo al pasar por
una acostumbrada parada le preguntó muy discretamente a su esposa que si iba a
comer algo, a lo que ella respondió también muy discretamente que no.
o Y siguió su viaje. Esa
actitud de solo tomar en cuenta a su pareja en cuanto a la necesidad de posada
no nos cayó bien; pero no lo manifestamos.
o La cantidad de anécdotas de
este tipo en la que el herido cree que a quien hiere no se da cuenta puede ser
más grande de lo que uno se imagina.
o Si este defecto está en
nosotros, de pretender que los demás son tontos, ignorantes, faltos de
entendimientos en las relaciones humanas, pensemos en la posibilidad de que son
todo lo contrario.
o Y pidamos al Señor, en el
nombre de Jesucristo que nuestra vida esté basada en la regla de oro recetada
por su Hijo:
o “Así, todo lo que queráis que
los hombres os hagan, hacedlo también vosotros a ellos. Esta es la ley y los
profetas” (Mateo 7:12).
Autor:
Ing. Silvio Peña Jorge.
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